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El avance científico y tecnológico, los nuevos modelos de negocios y los arreglos institucionales favorables al mercado son esenciales para detonar el avance de las energías renovables y el incremento en la competitividad de las tecnologías limpias.
*Artículo realizado por el Dr. Luis Serra
Han transcurrido 45 años desde que se celebró la Conferencia de Estocolmo, la primera reunión entre líderes mundiales para discutir los efectos y relación que la actividad del ser humano tenía con el medio ambiente. Quince años más tarde, el Reporte Bruntland acuñaría una definición de desarrollo sustentable que a la fecha todavía es válida: aquel que permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.
La sustentabilidad energética es un pilar esencial para tal fin, ya que como fue reconocido desde la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro, la industrialización y el avance tecnológico que nuestra sociedad experimentó durante los últimos dos siglos y, particularmente, desde la segunda mitad del siglo XX, ha puesto una gran presión a los sistemas que mantienen la vida y la capacidad de carga del planeta. Si queremos mantener en balance dichos sistemas, entonces la economía mundial no puede sostenerse en el largo plazo en el uso intensivo de combustibles fósiles. Pero esto no necesariamente significa reducir el confort y la calidad de vida que hemos alcanzado y que experimentamos en nuestra vida cotidiana.
El mismo avance tecnológico, como lo señala la Agencia Internacional de Energía, es un catalizador para que a nivel mundial sea posible lograr una sustentabilidad energética para 2050, si nos enfocamos en modificar la forma en que producimos y consumimos energía con una visión hacia una economía de bajo carbono. Dicho de otro modo, la sustentabilidad energética es viable para la primera mitad del siglo XXI si logramos una transición energética hacia fuentes de energía renovable, y si establecemos patrones de uso eficiente de energía y sistemas adecuados para la administración de la energía. Entonces, a pesar de que se requiera que más del 60% de la energía primaria provenga de fuentes de origen no fósil y que produzcamos la misma cantidad de bienes y servicios con casi la mitad de la energía total que se utiliza actualmente, esto no implica renunciar a nuestros satisfactores, pero sí significa que tenemos que “hacerlo mejor” y “hacerlo más limpio”.
El reto es mayúsculo, pero no inalcanzable. El avance científico y tecnológico, los nuevos modelos de negocios y los arreglos institucionales favorables al mercado son esenciales para detonar el avance de las energías renovables y el incremento en la competitividad de las tecnologías limpias. Hace diez años la idea de un auto eléctrico comercial era impensable; hoy, los pronósticos más reservados no le dan más de tres décadas de vida al motor de combustible. El desarrollo sustentable está, en apariencia, al alcance.
En el Tecnológico de Monterrey, tenemos la convicción y el compromiso de colaborar con la transformación de nuestro sector energético hacia la competitividad y sustentabilidad. Por ello, desde abril de 2016 lanzamos el Laboratorio Binacional para la Gestión Inteligente de la Sustentabilidad Energética y la Formación Tecnológica. Esta innovadora plataforma binacional de generación de conocimiento, apoyada en modelos de colaboración a distancia e infraestructura física y virtual de alto desempeño, nos permitirá desplegar soluciones multidisciplinarias para fortalecer al sector energético de México a través de investigación aplicada y programas de formación de talento especializado. Te invitamos a ser parte de esta transformación. ¿Qué esperas?
* Luis Serra es Director Ejecutivo de la Iniciativa de Energía del Tecnológico de Monterrey. Puedes contactarlo en Twitter como @luisserra23